August 19, 2011
— 12:00 am
De manera subjetiva se determina el quehacer económico y político de naciones y del mundo. El futuro dejó de fundamentarse en las tareas cotidianas, en la creatividad del ser humano, en lo producido por la inteligencia, en lo creado por los artesanos, los investigadores en ciencia y tecnología. Los poderes fácticos le quitaron toda función trascendente a los gobiernos, para entregarla a la especulación de las calificadoras financieras.
La recesión anunciada, el desmoronamiento de un modelo que si bien nunca fue perfecto, funcionó, se debe a la soberbia con la cual se conducen los directorios de los bancos, las aseguradoras y las corredurías bursátiles rescatadas por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos con dinero fiscal, de la deformación de la economía por ellos mismos propiciada durante varios años, que hizo crisis en 2008. Se instalaron en la hoguera del dispendio, como lo muestran dos enormes documentales: To big to fail y Client # 9.
En el culmen de su soberbia -me explican los expertos en asuntos económicos-, diseñaron una estrategia para vencer a los tenedores de la deuda estadounidense -son los banqueros los deudores- al disminuir su valor como país con una calificación menor a la supuesta por la realidad. Por ello los gobiernos de la Comunidad Europea y el gobierno Chino exigieron a Barack Obama que pusiera orden, pues son sus economías las que respaldan el patrón dólar. Desconozco cuál pueda ser el resultado, pero por lo pronto, como en el juego de la pirinola, todos pierden.
La quiebra del modelo económico Occidental -trató de rescatarse con la globalización- es un tema que data de muchos años y en 1998 fue analizado por Gerardo de la Concha, en se ensayo El último dios, título que doy al texto de hoy, por la actualidad y relevancia que adquiere.
Escribió el autor hace 13 años: En México ha triunfado el dogma del número en la política. Lo idolatramos o reptamos o estamos caídos ante su dominio implacable. Es un derrumbe político y moral. Nadie quiere emprender su crítica o el combate hacia la restauración clásica o un más allá creador o inesperado. No sólo el poder se incluye en la esfera omnipotente del número, los que se oponen cantan en última instancia el mismo himno abstracto.
Todos hablan del PIB y, sin embargo, ¿quién cuestiona las cuentas nacionales, sus resultados, su metodología, su sistema excluyente? ¿Las ganancias de las transnacionales son parte de nuestro Producto Interno Bruto?… Ante la esquizofrenia instalada en el crédito nacional sabemos ya que el número puede enloquecer. Esta quiebra surgió de equívocos que fueron escindiendo la vida -el trabajo humano y sus componentes de producción, salario e ingreso- de las cuentas hechas por los bancos, confrontando la manipulación del volumen de masa monetaria -disminución del circulante- a la realidad -elevación de las tasas de interés y capitalización de los intereses, congelamiento del salario y el ingreso-, generando deudas injustas -al transformar su naturaleza en la monstruosidad del agio- y, lo peor, separando el dinero de la evolución productiva de la propia economía.
… Por eso es peligroso que en el país, donde hay una ausencia patente de ideas y de razonamientos, se privilegie como magia y técnica infalible al número. Ahora aceptamos en los medios que las encuestas -medición de opiniones- sustituyan a la confrontación de ideas, mientras que a aquellas se les quiere como únicas certezas para las decisiones políticas.
Nada ha variado sino el crecimiento del expolio a los bienes nacionales, pues en México y en el mundo el gusto del lujo, la pasión por la violencia, el imperio de la moda, el desenfreno por la superficialidad, todo está dispuesto para ensanchar la brecha entre ricos y pobres, de allí que se determinara, en términos de geopolítica y de seguridad regional, que el río Bravo y la meseta de Otay fuesen considerados la última frontera para contener a los migrantes que atentan, más que cualquier otra amenaza, contra la seguridad interior de Estados Unidos, su balanza de pagos y su equilibrio racial.
Es en el contexto de un último dios, el del dinero, el del bienestar a pesar de todo, que los estrategas de seguridad nacional estadounidenses determinaron el realineamiento de sus compromisos con los barones de la droga y el reajuste de su relación bilateral con México, inscrita en la bitácora de la Iniciativa Mérida y en la intrusión de la reconfiguración constitucional y jurídica mexicanas, incluyendo los juicios orales y la Ley de Seguridad Nacional.
Es la razón, el juicio -que decía mi abuela- sometido a la fulguración de la soberbia como catalizadora de la voluntad, para, a partir de ella, tomar decisiones irreversibles, como las asumidas durante los últimos seis lustros, en la negación de perder privilegios porque es necesario ser diferente, es imperativo cambiar, es urgente construir una transición que haga la diferencia entre la repetición del pasado inmediato en una constante de futuro siempre pospuesto, sujeto a las veleidades de los poderes fácticos, pues quién se acuerda hoy de las funciones del Estado.
Es cierto, Gerardo de la Concha tiene razón cuando sostiene: Pero la idea y el derecho serán siempre -con pasión y lógica- los únicos elementos que hacen del poder, valga decir de la política, ese acto humano lleno de grandeza creadora y anhelo de justicia que ningún número -ni siquiera el más profundo del ocultismo- puede jamás otorgarle para justificarlo.
¿Dónde encontrar la voluntad de poder, la función política como acto humano lleno de grandeza, promesa de justicia? ¿En la restauración? ¿En la transición? ¿En la permanencia del sometimiento a una relación bilateral con Estados Unidos, a todas luces injusta y sin ninguna ventaja para México? ¿En la pasión por la violencia? ¿En un reordenamiento constitucional, para justificar la injustificable?
Busquen, lean El último dios, de editorial Sansores-Aljure, para que adquieran consciencia de la tragedia en la que México se halla inmerso.
@OrtegaGregorio
SALUDOS GOM!!!
RP
Comment by RP — August 19, 2011 @ 12:19 am
Muy buen artículo.
Federico
Comment by Federico Ortiz Quezada — August 19, 2011 @ 6:00 am
Comment by Juan Carlos Serna — August 19, 2011 @ 10:33 am
Comment by Juan Carlos Serna — August 19, 2011 @ 10:35 am