LA COSTUMBRE DEL PODER
Gregorio Ortega Molina el 25 noviembre, 2013.12:01 am
El uso político de las palabras las corrompe en su significado, disminuye la imagen de lo que representan, o la hace más grande o la distorsiona, de acuerdo a los intereses del orador, del ideólogo primerizo y ambicioso.
Cuando se habla de genocidio, de inmediato se piensa en los campos de exterminio, armas químicas, biológicas y de destrucción masiva. Han inoculado la idea de que es cruento, sucio, violento, próximo a la pesadilla y al infierno.
Casi nadie toma en cuenta la existencia de políticas públicas genocidas, disfrazadas de solución a problemas relacionados con la seguridad nacional, la geopolítica y la ingeniería social, como la aplicada a los migrantes de Centro y Sudamérica que atraviesan territorio mexicano, para vender su humillada fuerza de trabajo en Estados Unidos y Canadá.
Naturalmente el Imperio se esfuerza por deslindarse de ese crimen, y para ello desclasifica documentos del Departamento de Estado y difundidos por la National Security Archive, de los que se desprende que las autoridades mexicanas se esfuerzan en minimizar las consecuencias de los crímenes del narcotráfico -opera con total impunidad- y la responsabilidad que tienen en el esclarecimiento y resolución de los mismos.
De la lectura de los documentos difundidos se colige que el gobierno estadounidense acusa al de Felipe Calderón de ocultar información sobre las matanzas sistemáticas de migrantes centroamericanos, y se denuncia la complicidad de funcionarios gubernamentales con el crimen organizado, así como el secreto con que se llevan a cabo los juicios contra delincuentes detenidos. Se menciona que las investigaciones sobre la masacre de San Fernando, Tamaulipas, donde a las víctimas se les asesinó a tubazos, son confidenciales.
Se cura en salud el gobierno de Obama; sin mencionar el crecimiento de sus consumidores de estupefacientes, denuncia a Los Zetas, la relación de éstos con los kaibiles, y señala que su enfrentamiento con el cártel del Golfo y otros cárteles produjeron ‘‘inimaginables escenarios de carnicería’’. No quiere recordar que así se procede de este lado de su frontera, porque exigen y presionan al gobierno mexicano, para que lo haga.
Se queja Rubén García Moguel de mi observación acerca de la corresponsabilidad del PAN en este genocidio; en beneficio de su opinión, recuerdo las matanzas de Aguas Blancas, Tlacotepec, Acteal, cuyos antecedentes son más de orden político que delincuencial, más de disputa por el poder que por los territorios, menos en obediencia a un proyecto geopolítico y de seguridad nacional de Estados Unidos, que a los intereses locales y nacionales de esta aterida nación.
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AMN.MX/gom