LA COSTUMBRE DEL PODER: Fuero militar
La discusión sobre quién debe juzgar a los militares cuando en el desempeño de sus funciones violan derechos humanos, es como las cosechas de temporal, de momento sube el tono y luego desaparece en medio de tanta información.
Sin ser especialista en la materia, lo que debe discutirse no es el fuero del cual disfrutan los militares, sino las tareas desempeñadas por el Ejército y la Marina.
Si las Fuerzas Armadas se ajustan al cumplimiento de sus funciones legales y constitucionales, y en el desempeño de esas tareas ocurre violación a los derechos humanos por exigencias de su responsabilidad, por omisión e incluso por falta de experiencia al estar un novato a cargo, la lógica es implacable, la única opción posible es el juicio por tribunales militares.
Por el contrario, si esas mismas Fuerzas Armadas, en una equivocada demostración de lealtad a las instituciones y a la República, se incorporan al desempeño de tareas civiles -como lo es la seguridad pública- y en esas funciones violan derechos humanos, bajo cualquier supuesto, deben ser juzgados por tribunales civiles, no hay vuelta de hoja, a menos de que se reforme la Constitución como si fuese un traje a la medida.
De la reflexión anterior se desprende la suposición de que Felipe Calderón Hinojosa se vio éticamente obligado a usar el término guerra, en su ingenua creencia de que así justificaba el involucramiento de las Fuerzas Armadas en un cruento combate al narcotráfico, y todas las secuencias y consecuencias que la participación de la tropa y los marinos conlleva en su desempeño como policías, en tareas totalmente ajenas a su función legal y constitucional.
El problema de fondo no está en que así se haya decidido desde el Poder Ejecutivo, jefe supremo de las Fuerzas Armadas nacionales, sino en que se haya decidido obviar el hecho de que se quebranta la norma constitucional, porque el modelo político construido como fruto de la Revolución dejó de ser funcional al mismo tiempo que dicha Revolución fue conculcada, su proyecto y postulados guardados en el cajón del olvido.
Como se observó en este espacio, la puesta en operación de la Reforma en Telecomunicaciones recupera espacios de poder cedidos, reintroduce en la operación política la dignidad olvidada, pero de ninguna manera restituye la operatividad del presidencialismo ideado y puesto en marcha por Plutarco Elías Calles, después perfeccionado por el general Lázaro Cárdenas.
México es distinto, las exigencias son otras, como lo prueba el error de involucrar a las Fuerzas Armadas en tareas civiles.
AMN.MX/gom