LA COSTUMBRE DEL PODER: Clima y pobreza
El tratamiento informativo dado al cambio climático por sus pregoneros y los periodistas, recuerda la lectura de La cruzada de los niños, donde Marcel Schwob narra acerca de lo que todos saben que existe, pero nadie cree.
Me hace evocar también lo que fue una acre observación de Rosario Uribe Redondo: “Sólo le llueve a los jodidos”; es cierto, tanto literal como metafóricamente, pues allí están los restos de La Pintada, en Guerrero, como se hacen patentes los estragos de la guerra del Estado contra el crimen organizado, mientras los que disfrutan de los beneficios de la macroeconomía desde la cúspide social, ven con desdén las consecuencias de ciertas políticas públicas, incluso de aquellas que los afectan directamente en el papel, porque saben que en la realidad siempre encontrarán un crédito fiscal en su futuro.
Circula un informe del Banco Mundial, del que se desprende que el cambio climático profundizará la pobreza en ciertos países, lo que termina por convertir en redundancia el hecho de hacer más pobres a los pobres. Se anticipa, como si fuese un tema de ciencia ficción, que esas modificaciones en el clima, debido al comportamiento del hombre con la naturaleza, producirán en México 2.9 millones de pobres, lo que se presenta como un contraste con los propósitos del gobierno de Enrique Peña Nieto.
Un cambio climático -no importa el origen- desequilibró radicalmente la vida en la tierra y desaparecieron los dinosaurios; las transformaciones del clima propician las grandes migraciones y modificaron la forma en que los seres humanos poblaban y repoblaban la tierra.
En intensos, inquietantes e interesantes documentales, se aprecia lo que ocurre en los cascos polares y la manera en que la vida animal ha de adaptarse para sobrevivir.
Sin embargo, como contraste a las sociedades defensoras de animales, no se han creado organizaciones protectoras de seres humanos, de pobres -no confundir los organismos gubernamentales de derechos humanos- mientras el cambio climático afecta sus vidas y sus intereses, sus medios de subsistencia y su habitación, nadie hará nada por defenderlos como lo hacen con los animales, sean feroces, domésticos o necesarios para el alimento, porque muchos vegetarianos dejan de comer carne debido a que no aceptan el sacrificio de ningún tipo de vida para que les sirva de comida, aunque en ello apuesten su físico.
AMN.MX/gom