LA COSTUMBRE DEL PODER
Gregorio Ortega Molina 28 jul 2014 – 00:14 CET
¿Cuáles son los compromisos o complicidades entre los líderes del sindicato petrolero, los legisladores priistas y las autoridades hacendarias? ¿Resiste el ánimo de los mexicanos un recorte adicional a su futuro? ¿Es equitativo el trato dado al SME y el que se pretende conceder al STPRM?
Los causantes cautivos, aquellos cuyo nivel de vida depende del precio de los combustibles, entre otras variantes, deben dejarse de ensoñaciones, porque las gasolinas no bajarán de precio sino al contrario, pues el auténtico, el verdadero negocio de los gasolineros mexicanos está todavía en los litros de 900 mililitros, y en los “acuerdos” anudados entre los despachadores de Pemex y los propietarios de los expendios. Siempre entregan de más y cobran de menos.
Equivale a un disparo con calibre .22 al gasto doméstico, el que el PRI informara, en la Cámara de Diputados, que en acuerdo con el STPRM, la Secretaría de Hacienda propondrá que el gobierno federal asuma como deuda pública el pasivo laboral de Pemex, cuyo saldo es de un billón 347 mil millones de pesos, equivalentes a 6.95 por ciento del PIB, lo que incrementará la deuda nacional, actualmente superior a 4 billones de pesos, casi en 30 por ciento. Al final del día, decidieron sumar el de la CFE.
Argumentarán, los lectores, que no puede compararse la liquidación de una empresa con la venta de otra, pero ¿no valen lo mismo los derechos de los trabajadores de las empresas del Estado? La diferencia está en las afinidades y las complicidades de índole política, por lo que Carlos Romero Deschamps no sentirá rubor alguno en pedir a la Presidencia de la República absorber el pasivo laboral, para que la reforma energética no afecte las conquistas laborales de los sindicalizados.
Pemex tiene 150 mil 697 trabajadores activos -71.4 por ciento sindicalizados- y 88 mil 807 jubilados. Éstos reciben su pensión, en promedio, 21.6 años después de su retiro.
Es decir, los causantes cautivos, los mexicanos de a pie que cumplen cívicamente con la requisición fiscal, continuarán pagando los viajes de la hija del senador, la gasolina del Ferrari de su bodoque, los trajes de don Carlos, el gasto de su casa, para que quienes se queden con un pedazo de Pemex no paguen lo que es o debió ser parte de la negociación privatizadora.
Pero no hay que desanimarse, la riqueza y filantropía de los mexicanos, que para eso pagan sus impuestos a güevo, da para eso y más.
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AMN.MX/gom