LA COSTUMBRE DEL PODER
Con el adelanto de la entrada de las gasolinas…. se comprende la imposición, a rajatabla, de los gasolinazos, porque si Pemex, como empresa del Estado, podía subsidiar, Chevron y las que con ella lleguen no lo harán.
Gregorio Ortega Molina 31 jul 2014 – 00:14 CET
La ingeniería social es bíblica. La Torre de Babel, el Éxodo, la ocupación del territorio filisteo (hoy Palestina+Israel), por mencionar algunos hitos que modificaron la geografía política y la población en ese mundo por conocer.
Lo que se vivirá en México en el futuro mediato e inmediato; rectifico, lo que se vive en esta patria desde la firma del TLC y la irrupción del neozapatismo; también desde la declaración de guerra a los narcotraficantes, es un profundo y cruento proceso de reingeniería social, con desplazados, reordenamiento de los factores de poder -de las instituciones a la partidocracia- y de las clases sociales, muertes y ejecuciones y, lo más doloroso, el empobrecimiento irreversible de una buena parte de la sociedad, sobre todo de lo que fue la clase media producida por la Revolución.
El factor económico en la profundización y aceleramiento de la reingeniería social propuesta en el contexto del TLC, adecuada a las exigencias del Consenso de Washington y la globalización, ha sido la paulatina desaparición de los subsidios.
Con el adelanto de la entrada de las gasolinas y su mercadeo en territorio telcel (perdón, nacional), se comprende la imposición, a rajatabla, de los gasolinazos, porque si Pemex, como empresa del Estado, podía subsidiar, Chevron y las que con ella lleguen no lo harán. Es en este contexto que también queda inscrita la descarcachización. Nuevas gasolinas exigen motores limpios y eficientes.
Debido a que la CFE permanece como preponderante en la producción de energía eléctrica, anuncian que el subsidio en el consumo para los hogares pobres -los hogares subsidiados consumen más luz que los que no lo están- continuará, lo que es una entelequia, porque si bien sociológicamente está determinado de qué se necesita carecer para ser reconocido como pobre, desde el punto de vista político y económico también decidieron cuáles son las empresas productivas que merecen tarifa especial, que en términos reales equivale a un subsidio en el consumo de luz, y así convierten en paritarios a ricos empresarios y a las tribus que, en medio de la protesta social y su derecho al pataleo, harán valer su peso electoral para ser merecedoras de una retribución fiscal, a través del subsidio a su consumo de luz. Este comportamiento se conoce como miedo.
Si creen haber llegado a buen puerto por haber sacado legislativamente adelante las reformas estructurales, falta por ver cuáles son los resultados, alcances y consecuencias de la reingeniería social que propiciaron, sobre todo ahora que los subsidios empiezan a convertirse en mito genial.
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