Gregorio Ortega Molina/
Ambos sucesos son cruentos, dejan más preguntas que respuestas; también tienen sello de identificación similar y una absoluta certeza: como estrategia de desestabilización puede ubicarse su origen en un tablero de ajedrez ajeno a los territorios nacionales donde ocurrieron, porque claramente sirven a los intereses de quienes determinaron hora y lugar.
Dos sellos distinguen lo ocurrido en París, quizá con la intención de exacerbar la inestabilidad social, la inseguridad entre los profesionales de la información, pero también su complicidad para -de manera consciente o inconscientemente- sesgar la intencionalidad del desenlace policíaco, dejar claro un mensaje de rechazo.
El viernes 9 de enero se escuchó, con insistencia, que la tienda donde dos de los terroristas tuvieron rehenes, es judía, kosher. La connotación estuvo presente durante el tiempo que duró la difusión del hecho: es una tienda judía, cuando el origen del conflicto religioso del Islam es con el cristianismo, pues ambos seguidores se disputan la legitimidad del mensaje de su respectivo profeta, más que la verdad de su fe.
Consideraron necesario intentar hacer olvidar, a los consumidores de información, que el atentado terrorista lo fue contra las ideas, contra las ganas de vivir sin ataduras, contra la capacidad de mostrarse crítico en todos los frentes sobre los cuales se desarrolla la vida cotidiana. La posibilidad de vencer con el humor y la risa la estrechez ideológica, la miseria que impone la globalización como estrategia de control a la energía sobrante, como la calificara Herbert Marcuse.
Si en París el atentado se saldó con 12 fallecimientos, lo ocurrido en Apatzingán concluye con 9 muertos y arrestos que, a la larga, pudieran originar más conflicto que beneficio -tan así lo vieron, que liberaron a 43 de 44-, porque no era la manera de zanjar el problema: una guerra civil que en uno de los frentes tiene a las Fuerzas Armadas, las policías y la Constitución y las leyes, y en el otro a los diversos grupos de la delincuencia organizada, que desafían al Estado y se confrontan entre ellos en una estrategia que mezcla las tácticas de la guerrilla urbana y la rural, y amenaza con incendiar México.
¿Quién determinó que la toma de la presidencia municipal de Apatzingán se diera en el marco de la entrevista EPN-BO? ¿Fue casualidad? ¿A quién le conviene que el Estado mexicano se debilite?
Quienes apuestan a la subordinación de México a los poderes fácticos, debieran recordar sus lecciones de historia y releer acerca de las condiciones políticas y sociales que privaron en las provincias romanas del norte, cuando fueron arrasadas por las hordas de Atila, como paso previo para someter al Imperio. México es el territorio del sur.