Gregorio Ortega Molina/
Claro que lo que ocurre con los fondos de pensiones de los jubilados no es privativo de México. Las administradoras de esos capitales buscan los mejores rendimientos, los mercados débiles y la evasión de impuestos, sin importar que someten, la seguridad económica de los pensionados, a los éxitos o fracasos de la especulación financiera.
Por ejemplo, la Consar informa que durante el mes de marzo los fondos de pensiones mexicanos perdieron 4 mil 200 millones, mientras que durante el primer bimestre las comisiones subieron 418 mil 59.2 millones respecto de igual periodo de 2014.
La misma institución informó de la actualización mensual de recursos y rendimientos del SAR correspondiente a marzo de 2015, donde puntualiza que el valor de los recursos acumuló en el mes 2 billones 245 mil 316 millones de pesos, cifra menor a los 2 billones 449 mil 516 millones de pesos del mes anterior. Naturalmente se descuentan los flujos de retiros correspondientes al mismo mes, que ascendieron a 3 mil 684.04 millones de pesos.
Con el propósito de tranquilizar la presión arterial de los miembros de la tercera edad y que para vivir dependen de sus fondos para retiro, la Consar puntualiza que los periodos de volatilidad son eventuales y, como los recursos del SAR se invierten a largo plazo, tienen oportunidad de recuperarse con el tiempo. Pero en este caso, como en todos, siempre hay más tiempo que vida.
En el reporte publicitado, la Consar indica que el rendimiento del sistema durante el periodo 1997-2015 (a marzo) fue de 12.41 por ciento nominal anual promedio, y de 6.15 por ciento real anual promedio, una vez descontado el efecto de la inflación, si alguien quiere creer esas cifras y compararla con su triste realidad económica y su descenso social.
En cuanto a la incierta especulación financiera, indican que hasta marzo pasado los recursos acumulados en los fondos para la jubilación de los trabajadores estaban invertidos, en 50.11 por ciento, en valores de deuda emitidos por el gobierno federal; otro 19.33 por ciento, en bonos de deuda emitidos por empresas privadas en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), particularmente los llamados certificados bursátiles; 16.95 por ciento se había utilizado para la compra de acciones de empresas en el extranjero (también conocido como renta variable extranjera), mientras que 7.23 por ciento se invirtió en renta variable nacional.
Es decir, la seguridad económica de los futuros jubilados depende del pálpito de los corredores de bolsa y las estrategias políticas de los dueños del dinero.