Gregorio Ortega Molina/
Se volcaron en la superficialidad y el anecdotario los críticos del presidente del INE, que abrió la boca en mal momento, para mostrarse tal cual es, idílico representante de ese criollismo que nunca desapareció, sino que se asimiló en la oligarquía nacional, hoy encarnación de los poderes fácticos y auténtico, desbordado poder político para administrar la riqueza del Estado.
Si Luis Carlos Ugalde se asumió como presidente del TEPJF, Lorenzo Córdova Vianello desvela su auténtico perfil ideológico y lo escaso de su conocimiento político y las vicisitudes del poder. Denunciar espionaje -como si no supiera que por la función que todavía desempeña sus conversaciones telefónicas y otras, son escuchadas- y argumentar que se trataba de una conversación privada, significa que desconoce cómo es valorada por la sociedad su discreción, aquilatado su comportamiento, su profesionalismo y su oportuno silencio. El consejero presidente del INE no tiene vida privada. Es una norma no escrita.
Por lo pronto, muestra que desconoce la obra ensayística de Arnaldo Córdova, y la historia de México, en la que el criollismo ha jugada un papel decisivo en el atraso cultural y político de la nación.
Incluso Woodrow Wilson se dio cuenta de ello, y lo dejó escrito: “Cosa muy curiosa es que todos los que claman por el establecimiento del orden en México, tomen en consideración, no un orden que beneficie al pueblo mexicano, sino un orden perpetuador del antiguo régimen, en provecho de los aristócratas, de los intereses creados, de los hombres que integran la oligarquía tradicional, responsables de las pasadas y presentes condiciones de desorden allí. Nadie pide paz y orden en México para ayudar a las masas a obtener su ración de derechos y tierras; se quiere orden para que los grandes terratenientes, los señores feudales, los hidalgos y los nativos, y extranjeros que han explotado egoístamente ese rico país, puedan continuar abusando a despecho de las protestas del pueblo cuya sangre y riquezas son sus despojos”.
Nada ha cambiado, se produce más riqueza para unos cuantos, porque el bono demográfico aportó más mano de obra a bajo costo, y porque el modelo político y electoral perpetúa el expolio que sujetos como Guillermo Padrés Elías hacen de sus gobernados.
¿Tendrá idea Lorenzo Córdova Vianello de lo que significó el criollismo de los hacendados en México, del papel jugado por ellos en el movimiento de Independencia, en la ocupación y durante ella, en la separación de Texas, en la Revolución y en el desmantelamiento de los bienes del Estado, para entregarlos a la codicia de los poderes fácticos?
Nada importa la jocosidad mostrada, las palabras elegidas, el tono burlón, la disculpa ofrecida apenas el lunes, el cobijarse bajo la figura de Rigoberta Menchú, sino lo que subyace de su cultura y sus deseos, pues con esos criollos se identificó con su actitud, lo que nos permite anticipar su comportamiento durante las elecciones.