- Establecieron un acuerdo para escalar en la explotación de ese petróleo, tanto para no desestabilizar el mercado internacional, como para evitar que los políticos mexicanos enloquecieran y quisieran convertir al país en un emirato, cuando lo que se requería y se requiere es no petrolizar la economía e impulsar un desarrollo que evite convertirnos en lo que hoy es Venezuela


Cuando a José López Portillo correspondió anunciar que la patria, en cuyo gobierno se iniciaba, poseía abundante riqueza petrolera y era necesario acostumbrarnos a administrarla, estaba enterado de que México flota (en 1977 como en 2015) en oro negro. Supongo que fue en esos primeros meses de su sexenio que se estudió y determinó cómo explotar los enormes y codiciados yacimientos petroleros, porque para entonces todo el subsuelo mexicano, incluida la plataforma continental y el mar patrimonial, estaban totalmente prospectados por discretos y bien pagados técnicos de Pemex.
Quien me confió lo anterior, me dice que establecieron un acuerdo para escalar en la explotación de ese petróleo, tanto para no desestabilizar el mercado internacional, como para evitar que los políticos mexicanos enloquecieran y quisieran convertir al país en un emirato, cuando lo que se requería y se requiere es no petrolizar la economía e impulsar un desarrollo que evite convertirnos en lo que hoy es Venezuela.
Y allí colocaron a la nación, en el umbral de una locura nacional incapaz de concebir la buena administración de la riqueza; incapaz también de iniciar una transición política que haga posible que, sin corrupción y sin impunidad, esa promesa de López Portillo para administrar la abundancia modifique las condiciones generales de vida de la población.
Sin embargo, en el trayecto apareció la codicia, decidieron sacrificar a Jorge Díaz Serrano, y los familiares de José López Portillo, encabezados por sus hermanas Alicia y Margarita, enloquecieron con la corrupción e inventaron lo de los barcos de Pemex y el modelo del mercado spot de Holanda, donde la alcabala para la familia presidencial se pagó con toda puntualidad.
Se han respetado los acuerdos de explotación originales, no así los de comercialización, mucho menos el de no petrolización de la economía. Los 4 yacimientos cuyo “reciente” descubrimiento se anunció con bombo y platillo, eran conocidos desde la prospección que permitió a JLP prometer que se volverían a acuñar los pesos fuertes. Supo de lo que hablaba, pero la riqueza se la llevaron otros, el PRI olvidó a la suave patria.
Quizá ahora, ante la amenaza de una decadencia imparable, a las puertas de convertir a la nación en una mixtura de Venezuela, Colombia y Haití, los priistas reflexionen y asuman su mandato constitucional para, como en el teatro, gritar a los mexicanos: ¡Tercera llamada! ¡Tercera llamada! ¡Comenzamos! ¡Comenzamos! ¿Será? O continuarán con el saqueo y el despilfarro.