LA COSTUMBRE DEL PODER: Los once de Tlatlaya

  • El riesgo de las redes sociales para las instituciones es tan grave como el tamaño de las mentiras urdidas para ocultar las violaciones a la ley, el destrozo de la norma constitucional, la infamante conducta de algunos miembros de las fuerzas armadas, sobre todo de los altos mando, porque el soldado raso, el marinero de agua dulce, pues hace lo que le dicen
  30 jun 2015 – 00:14 CET


gom290615La realidad transforma frases hechas que tuvieron éxito, en desmentidos descomunales. Ahora puede constatarse que una mentira nunca puede convertirse en verdad; quizá en espejismo, en remedo de apunte histórico, en excusa para continuar metiendo la pata, hasta que la sociedad reclama, instalada en el hartazgo.

El riesgo de las redes sociales para las instituciones es tan grave como el tamaño de las mentiras urdidas para ocultar las violaciones a la ley, el destrozo de la norma constitucional, la infamante conducta de algunos miembros de las fuerzas armadas, sobre todo de los altos mando, porque el soldado raso, el marinero de agua dulce, pues hace lo que le dicen.

¿Cuántos meses de esfuerzos por parte de las autoridades de la secretaría de la Defensa Nacional, para diseñar una estrategia en la que se demostrara, aceptara y/o creyera que lo ocurrido en Tlatlaya, estado de México, fue el resultado de un enfrentamiento, en el que los soldados se vieron obligados a repeler a sangre y fuego a los agresores?

Peritajes de organismos nacionales e internacionales de procuración de justicia, señalan que, al menos, fueron 11 los ejecutados por elementos del Ejército, con el agravante de que las armas que dos de ellos portaban no habían sido percutidas.

Las consecuencias serán graves para el país, porque de inmediato se pone en tela de juicio, en la comunidad nacional y en el ámbito internacional, la credibilidad de las Fuerzas Armadas de México, y el crédito del que hasta hace unos meses gozó el Ejército, pues se fue al caño.

Grave, también, por el vuelco que se da a la función del Ejército y la Marina, instituciones siempre buscadas por los mexicanos en caso de desastre natural, o con motivo de estar urgidos de su protección debido a la violencia sin control que se padece, pero lo de Tlatlaya, como el hecho de que dos estudiantes de la normal de Ayotzinapa que desaparecieron fuesen en realidad soldados, convierte a esas instituciones de salvaguarda de la vida de sus compatriotas, en represores de sus iguales.

¿Será que los 11 de Tlatlaya se conviertan en los represaliados de Río Blanco, en los ejecutados de Cananea, o en la imagen de esos yaquis desplazados a Yucatán, para matarlos?

No importa si esos once ejecutados eran delincuentes, lo que trasciende es que, de entrada, se les negó todo posibilidad de un juicio justo, la oportunidad de una administración de justicia imparcial.

www.almomentonoticias.mx

AMN.MX/gom/pp

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About gregorioortega

HUMBERTO MUSACCHIO Gregorio Ortega es de los pocos escritores mexicanos que han optado por la edición de internet. Primero publicó o subió la novela Febronio y sus fantasmas que en edición Kindle (https://goo.gl/q0mJyj) tiene un precio de 129 pesos con 98 centavos. Ahora acaba de poner en el espacio virtual, al mismo precio de la anterior, otras dos novelas: Sísifo, santo patrono de los periodistas. Narco, guerrilla y poder (https://goo.gl/QNo1aX) y La rebelión del obispo. Ni los vio ni los oyó (https://goo.glMmYZMv). La primera trata del sexenio de José López Portillo y la relación entre el gobierno y los orígenes del narcotráfico, en tanto que la última versa en torno al obispo Samuel Ruiz García, el subcomandante Marcos y Carlos Salinas de Gortari.
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