- Debe ser tenaz, íntegro, vigoroso, hacer gala de sentido de responsabilidad y, además de unificar a su partido, convocar a una auténtica reconciliación nacional, encontrar respuesta afirmativa a esa convocatoria en todos los mexicanos
La edición francesa de El Estado espectáculo, escrita por Roger-Gérard Schwartzenberg es de 1977; Cómo se vende un presidente, de Joe McGinniss, es de siete años antes, pero las premisas expuestas en ambas obras continúan vigentes, sobre todo por encima de la guerra de lodo que hoy llaman campaña política.
Lo que interesa de esos textos es el camino del que se sirven los estudiosos para encontrar al candidato idóneo para el momento que vive la sociedad que lo va a elegir, que lo necesita por sobre las falsas ideas impuestas por la publicidad, del todo ajenas a la propaganda política y a la divulgación de ideas, propuestas y programas, que no necesariamente implican promesas que han de cumplirse, porque de lo contrario se defrauda al pueblo bueno, como quiere venderlo AMLO.
De manera inteligente Fausto Zapata conceptuó la imagen de un candidato joven cuando fue responsable de “prensa” durante la campaña política de LEA; después, México fue gobernado por lo que las mujeres de la época calificaron como un atractivo viejo rabo verde, a éste le siguió el presidente de la República que abre México al cambio de paradigma de desarrollo económico, e inició así la sustitución gradual de los tecnócratas por los políticos y, sin embargo, todavía no puede quedar establecido el servicio civil de carrera.
Ante la idea impuesta de que el cambio sólo podía ser instrumentado por presidentes jóvenes, desde CSG hasta EPN accedieron al poder personas menores de 50 años o en torno a esa edad, salvo el interregno de la “pareja presidencial”, un sexenio en el que Marta Sahagún llevó de la mano a Vicente Fox, y la edad de ambos sumaba los cien años, o más.
¿Qué necesitamos como nación a medio camino del cambio de modelo de desarrollo, y con la posposición sine die de la profunda reforma política que el éxito del nuevo modelo económico requiere?
¿Otro búfalo que entre atropelladamente por los corredores de Palacio Nacional, queriendo componerlo todo en 15 minutos, o alguien con la madurez adecuada y suficiente para conceptuar e instrumentar la reforma política, única tabla de salvación de las reformas estructurales?
El hecho de que en Silicon Valley triunfaran los jóvenes, no quiere decir que hoy, en la edad madura, sean expulsados de las empresas que fundaron, porque las administran con sabiduría y experiencia.
Es lo que México necesita, un presidente con la experiencia y el sentido común suficientes que demuestren su sabiduría en el oficio de gobierno, y, como anota McGinniss: pueda hacer gala de los conocimientos derivados de su trayectoria, tenga capacidad intelectual y aceptabilidad local e internacional, pero, sobre todo, la aptitud para conjuntar un equipo que resuelva los problemas que enfrentamos.
Debe ser tenaz, íntegro, vigoroso, hacer gala de sentido de responsabilidad y, además de unificar a su partido, convocar a una auténtica reconciliación nacional, y encontrar respuesta afirmativa a esa convocatoria en todos los mexicanos.
¿Serán capaces de encontrarnos un candidato así? El asunto es bíblico: tienen ojos y no quieren verlo.