- Creen estar construyendo democracia, cuando en realidad pavimentan el regreso del autoritarismo y, además, coquetean con el totalitarismo; la violencia contra el narco puede justificar cualquier cosa
La lucha por el poder no es el juego de la silla. Tampoco es un partido de hockey sobre hielo, mucho menos uno de americano, porque cuando se quiere, o se necesita mandar, todo se vale, son inexistentes las normas y el árbitro es la sociedad, que determina con el sufragio lo que está dispuesta a aceptar a cambio de lo básico: paz social, alimentación, salud, empleo y educación. ¿Lo garantizan los partidos que hoy, orondos, dicen representarnos y presumen de democráticos?
Los resultados electorales de Colima muestran lo que creen estar construyendo como democracia, y contentos van los partidos por ese camino, porque la sociedad, omisa y en silencio, con su actitud avala lo que le venden como proyecto de nación, como reformas al modelo de desarrollo; se pasman ante los usos y abusos del poder.
Es momento de preguntarnos si en política existe el fair play, si dentro de las reglas no escritas están consideradas las rudezas innecesarias y cuáles son las que están permitidas, si el elector toma en cuenta ciertos valores éticos al momento de sufragar, como resultado de lo que vio y escuchó durante las supuestas contiendas electorales.
Gobernar un país está muy lejos de ser el equivalente a administrar una orden religiosa. Quien desee mandar debe saber que su conciencia ha de ser flexible, porque garantizar el cumplimiento del mandato constitucional y el disfrute de las garantías individuales, exige, del responsable de la República, la toma decisiones unívocas que tienen que ver con la violencia y su ejercicio como función del Estado, con la administración de justicia como orden de gobierno y en la sociedad, y no necesariamente con aplicación de la ley, pero cumplir o llenar esos requerimientos, de ninguna manera quiere decir que hay que violar la ley antes de tener la responsabilidad y facultad constitucional de administrar justicia, incluso en contra de la normativa legal.
¡Pero claro!, ahora regresarán los reclamos, insistirán en que soy de izquierda; creen construir la democracia, cuando en realidad pavimentan el regreso del autoritarismo y, además, coquetean con el totalitarismo, pues la violencia contra el narco puede justificar cualquier cosa.
Los resultados electorales en Colima admiten muchas lecturas, pero de ninguna manera la de ejemplo democrático. No me refiero a la emisión del voto y el respeto al sufragio, sino al desarrollo de lo que sienten que son las mejores campañas electorales, diseñadas para ganar.