- No hay peor corrupción que las devoluciones del IVA a las grandes corporaciones, o los créditos fiscales, o las condonaciones de impuestos. Mientras en esta nación no se contribuya al fisco como lo señale la ley, y cada cual pague lo que debe pagar según lo establecido, estaremos jodidos
El problema enorme y casi irresoluble, me atrevo a afirmar, que define las asimetrías administrativa, jurídica y ética entre EEUU y México, está contenido en la política fiscal.
Si hay un delito grave que se persigue y sanciona con severidad, que se ventila en público, e incluso se propicia escarnio para quienes cometen y fomentan esa falta en EEUU, es la evasión fiscal en todas sus modalidades, mientras aquí parece alentársele.
¿Necesita México de beneficios (¿?) fiscales para que empresas extranjeras vengan a impulsar el desarrollo? No, lo que requieren esas industrias y servicios que llegan al país es seguridad jurídica, pues la política salarial y el libre comercio les abrieron oportunidades jamás soñadas; dadas las condiciones mundiales de la economía, el Estado necesita ser inflexible en su política hacendaria, con el propósito de reunir el dinero necesario para facilitar el impulso a una Nación que inspire respeto y tenga recursos para las políticas públicas, pues todos los activos empresariales que una vez fueron el distintivo de su fortaleza e inspiración de respeto, se vendieron; lo que queda se remata sin miramientos ni reflexión.
No hay peor corrupción que las devoluciones del IVA a las grandes corporaciones, o que los créditos fiscales, o las condonaciones de impuestos. Mientras en esta nación no se contribuya al fisco como lo señale la ley, y cada cual pague lo que debe pagar según lo estipulado, México no podrá moverse como aspiran a sacarlo de su marasmo las reformas estructurales.
No se requiere elevar las tasas impositivas, incluso éstas pueden descender, de lo que se trata es de garantizar un piso parejo para la igualdad de oportunidades y la fortaleza del Estado, con una política fiscal que elimine de su vocabulario términos como el de créditos, devoluciones y condonaciones. El gabinete económico está obligado a reconocer que lo único que lesiona al gobierno, primero, al Estado después, es una política fiscal en la que los favoritismos se privilegien y disfracen la corrupción.
De igual manera deben desaparecer los privilegios de los sindicatos, que son una forma burda de clientelismo político, porque corrompe la voluntad de los líderes y de los agremiados a la hora de que den o nieguen su apoyo a las políticas públicas.
Las referencias del malestar a escala mundial sobran. Antonio Muñoz Molina escribe, enTodo lo que era sólido, lo siguiente: “Lo natural es exigir límites a los demás y no aceptarlos en uno mismo… Lo natural es la barbarie, no la civilización, el grito o el puñetazo y no el argumento persuasivo, la fruición inmediata y no el empeño a largo plazo. Lo natural es que haya señores y súbditos, no ciudadanos que delegan en otros, temporalmente y bajo estrictas condiciones, el ejercicio de la soberanía y la administración del bien común…”.
Tenemos que aprender a dejar de ver y aceptar la corrupción como un ejercicio natural a inherente del poder. Como un pago adicional y merecido, por los supuestos servicios que se prestan a los mexicanos.