
*Salió a hacer declaraciones porque en Los Pinos consideran que puede llenar los zapatos de Manuel Camacho Solís, los de Liébano Sáenz o los de Luis Videgaray, y desde el PRI -instituto político al que no conoce por dentro ni por fuera- contribuir a la construcción de la imagen y del triunfo del siguiente presidente de México
Carece del empaque físico, del carisma y bagaje intelectual para esforzarse en imitar a Jesús Reyes Heroles; imposible que pueda asegurar, como lo hizo el tuxpeño, que primero se concebirá y redactará el plan, para que luego se conozca al hombre, una vez que haya escuchado las palabras mayores.
Sí, Aurelio Nuño Mayer concedió entrevista a Carlos Benavides para festinar y festinarse, aunque nada supiera de lo que habló, pues hasta el guion que le dictaron fue mal aprendido, o quizá decidió improvisar y se equivocó, sin tener las cifras a la mano, porque el abstencionismo venció toda posibilidad de cambio, se alió con el autoritarismo para que todo continúe como debe ser: arriba los mirreyes, debajo la pelusa.

En la prisa por hacer lo que les solicitan desde el centro del Imperio, y por una urgente necesidad de olvidar lo que pudieron haber aprendido de la lectura de Nacionalismo y educación en México, donde Josefina Zoraida Vázquez ensancha la comprensión de lo que pudo haber sido un relevante proyecto de nación, descarrilado desde que el Constituyente del 17 tuvo la idea de plasmar artículos como el tercero, el 27, el 82, el 123… por citar algunos.
En el futuro inmediato es casi imposible eludir el proyecto de integración regional con perspectivas geoestratégicas de seguridad, pero es necesario dejar establecido que no es lo mismo integrarse que asociarse. De ninguna manera el futuro de México puede ser similar al de Puerto Rico, y devenir, pronto, otro Estado asociado; por el contrario, la integración puede y debe facilitar la sobrevivencia de las características que nos dan carta de identidad y se convierten en relevantes elementos de la esencia del ser mexicano.

Primero el plan y luego el hombre repite, como muñeco de ventrílocuo, Aurelio Nuño Mayer, sin saber siquiera el número del calzado de los zapatos que aspira a usar.
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