Miedo a foros pacificadores y al perdón
¿Qué escucharon? ¿Qué determinó su claudicación y su temor? ¿Dar micrófono abierto a la sociedad los asustó?
Sería parte del cambio y además formativo para la sociedad, que hagan públicas las auténticas razones por las cuales cancelaron los últimos cinco foros de paz y reconciliación, porque titubean y confunden.
Esforzarse en discernirlas también será ilustrativo para los millones de electores que votaron por la regeneración nacional que se convierte, tan pronto, en agua de borrajas.
Temprano se dieron cuenta que resulta contraproducente abrir el micrófono a la verdad y el dolor de las familias de las víctimas, sobre todo si al convocarlos lo que se buscó fue su anuencia para un perdón anticipado, sustentado en la idea cristiana de que la reconciliación, el acercamiento fraterno entre iguales y no tan iguales, pasa por la indulgencia ante las consecuencias de la conducta de los delincuentes: muertes violentas, secuestros, desapariciones inexplicables jurídica y socialmente, trata sexual y laboral, torcimiento de la legalidad… corrupción e impunidad
¿Qué escucharon? ¿Qué comprendieron? ¿Qué los atemorizó? Debió ser grave, porque muestran su talante ante el mandato constitucional antes de asumirlo. Dejar la chamba a medias equivale a la respuesta anímica de reducirse la mitad del salario, ¿o fue otra la razón de no recorrer el camino completo?
Quizá comprendieron ya que los electores que les confiaron sus vidas y las de sus hijos, esperan, anhelan justicia, y que la sentencias correspondan al tamaño del delito, con una adición: así como la política exige de los ministros, magistrados y jueces comprensión para que las sanciones sean acordes a la gobernabilidad, la sociedad reclama que para enderezar el camino y reconciliar al país, se privilegie a la justicia por sobre la ley.
Aquí también hay una razón política: la ética y moral de la República, como la que en su momento solicitó Antoine de Saint-Just a través del Comité de Salud Pública. Es un clamor nacional.
Todo nos lleva a concluir que la próxima secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, y mucho menos el futuro titular de seguridad pública, Alfonso Durazo, están a la altura de las circunstancias para contribuir a la regeneración nacional y, con la flexibilidad en la conciencia que demanda el servicio al Estado, fortalecer las instituciones que tendrán a su cargo, para conducirse de manera tan inquebrantable como lo hicieron los miembros de la Convención durante su permanencia en Aguascalientes. Fueron derrotados, pero no transigieron.
Me queda la impresión de que perdieron el paso de vencedores con el que iniciaron el camino al poder la noche del 1° de julio, quizá porque perciben, o tienen la información adecuada para conocer cuál es el verdadero estado de la República, la sanidad de sus finanzas, la fortaleza de sus instituciones, las posibilidades de iniciar la regeneración nacional y no quedarse a medias.
Aparecieron también las resistencias al cambio, así como las disensiones internas, que no se notan, pero se sienten.
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