LA COSTUMBRE DEL PODER: Periodistas y desaparecidos

 
*Creo recordar que Diógenes nunca encontró lo que buscaba. ¿Correrá Karla Irasema Quintana con mejor suerte? Claro, la técnica forense de hoy supera a la de la antigua Grecia. ¿Cuántos periodistas acudirán a su cita con el destino de manera violenta y anticipada, porque así es como funciona el modelo político?

 

¿Sabemos si Diógenes encontró lo tan anheladamente buscado? Se ayudó de una lámpara, pero su brújula fue la razón. ¿Qué, cómo y dónde buscará Karla Irasema Quintana lo que se le ha encargado encontrar? ¿Despojos, cadáveres, personas vivas? ¿Cómo dar con el paradero de quien se niega a ser encontrado?

Alejandro Encinas, hombre bien intencionado y subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, adolece de un defecto grave para el desempeño de la tarea encomendada: obedece puntual y constitucionalmente, y no es capaz de saltarse las trancas para obtener mejores resultados, mucho menos con la sequía de recursos económicos que ya afectan el quehacer político.

Asegura el subsecretario Encinas que el actual Gobierno federal heredó más de 40 mil personas desaparecidas y 26 mil cuerpos sin identificar, que permanecen en los servicios médicos forenses del país. A lo anterior el presidente de todos los mexicanos añadió que no habrá límite en el gasto para atender esta solicitud de justicia retributiva, lo que me obliga a preguntarme si esa respuesta es temor a no poder confrontarse con la verdad, o es un té de pasiflora para que los familiares de las víctimas dejen de inquietarse.

Encinas, y por tanto Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, y también el presidente de la República, son corresponsables en un mecanismo de protección de periodistas y defensores de derechos humanos, con casi 800 personas registradas y cuidadas, unas físicamente y otras a través de un GPS que siempre indica su ubicación, salvo en el Metro. El propio subsecretario de los Derechos Humanos reconoce las fallas del sistema, que sólo es útil para fomentar un efecto sicológico en el portador de ese diminuto adminículo.

En estos casos, si hay motivo de alarma, la respuesta siempre llegará tarde, porque al momento que se ha decidido asesinar a un periodista o defensor del medio ambiente, el matarife estará puntual en la cita, mientras que el sistema de protección encuentra tiempo para organizar la respuesta.

¿Hay prevención? ¿Pueden serlo el silencio del informador y la inacción del defensor del medio ambiente? ¿Esa respuesta es compatible con la democracia y las garantías constitucionales?

De los periodistas asesinados, ¿cuántos estuvieron amparados por el mecanismo de protección, y cuántos se enteraron de que morirían el día que los mataron? Imposible saberlo, y no hay gasto que alcance para anticiparse a la muerte.

Creo recordar que Diógenes nunca encontró lo que buscaba. ¿Correrá Karla Irasema Quintana con mejor suerte? Claro, la técnica forense de hoy supera a la de la antigua Grecia. ¿Cuántos periodistas acudirán a su cita con el destino de manera violenta y anticipada, porque así es como funciona el modelo político?

About gregorioortega

HUMBERTO MUSACCHIO Gregorio Ortega es de los pocos escritores mexicanos que han optado por la edición de internet. Primero publicó o subió la novela Febronio y sus fantasmas que en edición Kindle (https://goo.gl/q0mJyj) tiene un precio de 129 pesos con 98 centavos. Ahora acaba de poner en el espacio virtual, al mismo precio de la anterior, otras dos novelas: Sísifo, santo patrono de los periodistas. Narco, guerrilla y poder (https://goo.gl/QNo1aX) y La rebelión del obispo. Ni los vio ni los oyó (https://goo.glMmYZMv). La primera trata del sexenio de José López Portillo y la relación entre el gobierno y los orígenes del narcotráfico, en tanto que la última versa en torno al obispo Samuel Ruiz García, el subcomandante Marcos y Carlos Salinas de Gortari.
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