La Costumbre del Poder: ¿Transitamos de la dictadura perfecta a la de la delincuencia organizada?

 Gregorio Ortega Molina 1° de noviembre de 2019 – 00:13

Nos permite intuir que los que hoy mandan, están empeñados en negar una realidad que destruye su proyecto, su sueño, su vida

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Imposible cerrar los ojos a lo que sucede en México. Hay más preguntas que respuestas, y muchos, más de los que pensamos, prefieren permanecer callados, dejar de cuestionarse.

¿Qué tan infiltrados están los tres niveles de gobierno? ¿Cuál es el espacio del territorio nacional, indirecta o directamente administrado por la delincuencia organizada? ¿Puede limpiarse la administración de los reclusorios, tanto la oficial como la efectiva, la que depende de los reclusos? ¿Cuántos de los jueces que se tuercen lo hacen por miedo y bajo coerción? ¿Por qué tanto silencio en torno al combate a las drogas?

Colocaron la lápida del proyecto de la Revolución, y en el camino les torcieron la posibilidad de hacer una transición de la dictadura perfecta a la democracia. Se negaron a la reforma del Estado, al cambio de régimen, y hoy nada tenemos enfrente para ver con optimismo el futuro, pues queda la sensación de que son los delincuentes los que imponen las condiciones en todos los ámbitos de la vida. ¿Estamos en el umbral de la dictadura de la delincuencia organizada? ¿Qué hacer para conjurar el peligro?

Comprender lo que sucede. ¿De qué manera? Con la lectura, el estudio. Transcribo una idea a desarrollar, un comportamiento a seguir:

–         Bueno -empezó el rector-. Tanto la investigación policial como la filosofía parten de la idea de que hay una verdad que puede descubrirse. Nuestras respectivas actividades se basan en la existencia de determinados indicios que debemos reunir para construir la verdadera imagen de la realidad. El núcleo central de nuestros respectivos empeños es la búsqueda de sentido, de una verdad que, por algún motivo, está oculta. Una verdad que existe detrás de las apariencias. Nosotros tratamos de traspasar esas apariencias, y a esa búsqueda le damos el nombre de conocimiento.

Ahora bien, mientras que la comisión de un crimen es algo natural, la tarea del detective, al igual que la del filósofo, es antinatural e implica el análisis crítico de diversas presuposiciones y convicciones, así como el cuestionamiento de ciertas presunciones e intuiciones. Por ejemplo, usted intentará verificar una coartada del mismo modo que yo trataré la correcta construcción de una proposición. El fin es el mismo, la búsqueda de la claridad. No importa qué nombre le demos, lo que en ambos casos se busca es imponer un orden en el reino del Caos. Evidentemente, evidentemente es algo que a veces no resulta agradable de hacer, ni que te lo hagan. Ante este tipo de actuaciones, la gente se siente insegura y a menudo opone una fuerte resistencia a la tarea que nosotros llevamos a cabo.

Es un diálogo de Philip Kerr para Una investigación filosófica. Nos permite intuir que los que hoy mandan, están empeñados en negar una realidad que destruye su proyecto, su sueño, su vida. El miércoles asistimos a esa negación.

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HUMBERTO MUSACCHIO Gregorio Ortega es de los pocos escritores mexicanos que han optado por la edición de internet. Primero publicó o subió la novela Febronio y sus fantasmas que en edición Kindle (https://goo.gl/q0mJyj) tiene un precio de 129 pesos con 98 centavos. Ahora acaba de poner en el espacio virtual, al mismo precio de la anterior, otras dos novelas: Sísifo, santo patrono de los periodistas. Narco, guerrilla y poder (https://goo.gl/QNo1aX) y La rebelión del obispo. Ni los vio ni los oyó (https://goo.glMmYZMv). La primera trata del sexenio de José López Portillo y la relación entre el gobierno y los orígenes del narcotráfico, en tanto que la última versa en torno al obispo Samuel Ruiz García, el subcomandante Marcos y Carlos Salinas de Gortari.
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