INE, el absurdo

LA COSTUMBRE DEL PODER
Gregorio Ortega Molina el 11 diciembre, 2013.12:01 am

La propuesta original para ofrecer en sacrificio el IFE a los partidos políticos, fue lógica y obedeció a la necesidad de restringir el “poder electoral” de los gobernadores.

Si los titulares de los ejecutivos estatales -en su mayoría- se hubieran comportado como lo establece el pacto federal, y en lugar de decidir como atrabiliarios dueños de nueva hacienda y nuevo poder, a fin de sacudirse la dependencia del “centro”, los institutos electorales estatales habrían cumplido la magnífica función desempeñada por el IFE desde su ciudadanización.

Lo que hoy proponen puede convertirse en un costoso absurdo, y no me refiero al dinero que gastarán en la nueva credencialización, jubilaciones anticipadas y el invento y diseño de funciones distintas en la forma, pero idénticas en el fondo.

El hecho es incontrovertible: la democracia no tiene adjetivos, los propósitos de establecer la limpieza y transparencia electoral siempre serán idénticos, aunque se pretenda darles nuevos nombres y establecer renovados compromisos. El INE, si se mantiene la ciudadanización, detalles más o menos, hará las funciones que hasta el momento ha desempeñado el IFE, y los institutos estatales electorales continuarán con el amago del mangoneo por parte de los “señores” gobernadores.

Lo que puede resultar una prometedora reforma política por la reelección de legisladores, por la promesa de anular elecciones en cuanto se compruebe que se rebasaron los topes en el gasto, por las exigencias de una mayor transparencia, y por el fortalecimiento del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, todo, se minusvalorará en cuanto intenten meterle mano al IFE, con la pretensión de mangonearlo, con la peregrina idea de incidir en los resultados electorales.

La historia es un círculo vicioso, más que virtuoso. Stefan Zweig dejó anotado lo siguiente: “… ya empezaban a cobrar fuerza grupos que sabían que tendrían auditorio sólo a fuerza de asegurar al pueblo vencido que en realidad no había sido vencido y que toda negociación y concesión eran una traición al país. Las sociedades secretas (¿los partidos?) eran más poderosas de lo que sospechaban los dirigentes de la República de entonces, los cuales, consecuentes con su idea de libertad, dejaban las manos libres a todos aquellos que querían suprimir para siempre la libertad en Alemania”.

Acá, gustosos dan eternas vueltas a la piedra del molino, en el romántico afán de no salirse de lo prescrito en el “librito”, cuyos preceptos olvidan y ponen de lado, precisamente porque están en la Constitución.

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AMN.MX/gom

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HUMBERTO MUSACCHIO Gregorio Ortega es de los pocos escritores mexicanos que han optado por la edición de internet. Primero publicó o subió la novela Febronio y sus fantasmas que en edición Kindle (https://goo.gl/q0mJyj) tiene un precio de 129 pesos con 98 centavos. Ahora acaba de poner en el espacio virtual, al mismo precio de la anterior, otras dos novelas: Sísifo, santo patrono de los periodistas. Narco, guerrilla y poder (https://goo.gl/QNo1aX) y La rebelión del obispo. Ni los vio ni los oyó (https://goo.glMmYZMv). La primera trata del sexenio de José López Portillo y la relación entre el gobierno y los orígenes del narcotráfico, en tanto que la última versa en torno al obispo Samuel Ruiz García, el subcomandante Marcos y Carlos Salinas de Gortari.
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