LA COSTUMBRE DEL PODER/ Brasil: la verdad de las mentiras
Para referirse al futuro de las naciones se habla de pronósticos, predicciones y presagios. Establecerlos requiere observación y análisis del comportamiento de la macroeconomía. Lo que ocurre a la sociedad se minimiza o, de plano, carece de importancia en las estadísticas gubernamentales.
Lo que sucederá con Brasil una vez concluida la copa mundial de fútbol y pasados los juegos olímpicos, se asemejará a lo que hoy sufre la ciudadanía griega, con mucho más fácil de componer, por ser un país demográficamente pequeño; la suerte de los brasileños estará más ligada al presagio que al optimismo, por más que los augures de la economía y los promotores de la imagen de Dilma Russeff y Luis Ignacio Lula se esfuercen en mostrar que el camino de la globalización y la integración es acertado.
A siete semanas de la inauguración del torneo mundial con mayor recaudación por los servicios de transmisión y el turismo, las instalaciones ni los hoteles están concluidos, e incluso se habla, como un nuevo atractivo en la promoción, que se puede acudir a ese torneo y hospedarse en casas de familias brasileñas, lo que no sería sino una repetición de lo hecho por los ingleses al enfrentarse a la falta de infraestructura, cuando hicieron los primeros juegos olímpicos después de la Segunda Guerra Mundial.
¿Qué ocurriría si Brasil se abstiene de cumplir con ese compromiso deportivo, favorable para la imagen turística, pero oneroso para el bienestar de esa sociedad que no ha parado de protestar desde que incrementaron los precios del transporte, como parte de las medidas económicas para obtener recursos?
Colombia debió de ser sustituida por México en la realización del torneo de 1986, a pesar o porque este país necesitaba olvidar el terremoto de 85.
Nada ocurrirá que afecte al mundo de no realizarse la copa de fútbol, sólo los gigantes de las comunicaciones y los promotores de ese deporte perderían dinero; el pueblo brasileño quedaría lejos de repetir la experiencia económica de lo que hoy sucede en Grecia, pero nadie tomará en cuenta esta reflexión, este buen deseo, pues lo que importa es que la macroeconomía continúe en su curso de colisión, y los grandes negocios de los telecomunicadores no se afecten, porque equivaldría a decidir que se detenga el mundo, y eso por ningún concepto puede suceder.
Aquellos que duden de mi apreciación lean a Petros Márkaris, quien desde la novela y con las palabras del comisario Kostas Jaritos, muestra dónde está la quiebra de Grecia.
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AM.MX/gom
Leo “Liquidación final”, de Markaris: Un asesino persigue a los evasores fiscales influyentes, y expone en la red la cuantía de sus fraudes. Hasta donde voy, lo más difícil para el comisario Jaritos va siendo capotear al Ministerio de Economía, que se ve puesto en entredicho por las revelaciones del asesino.
Muy buena recomendación
Elena, cuánto más nos dañarán los eventos mundiales en beneficio de unos pocos. Sólo Márkaris nos salva.